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Museo de la Ciudad Salamanca

Escrito el 19 enero 2012 por Franco Chavarri

El desarrollo de este proyecto durante los años 2002 y 2006 supone la recuperación del primer espacio habitado de la Ciudad de Salamanca, terminando además con la degradación de un espacio muy significativo del centro histórico mediante la restitución del trazado viario secular y la construcción sobre los restos del antiguo Convento de San Vicente de un centro destinado a la investigación, conservación, exposición y difusión pública de la arquitectura y el urbanismo sobre una superficie total de 2450m2. Este edificio se constituye como sede del Museo de la ciudad y pretende tanto la recreación y presentación de los restos del convento, como disponer de distintas salas de exposición.

El referente cultural de este lugar tan específico se concreta en una serie de hitos históricos que confluyen en su espacio, entre los que destaca el origen de la ciudad de Salamanca, representado por un poblado de la Primera Edad del Hierro, fechado en el siglo VII a.C.

El otro emblema urbano subyacente es el antiguo monasterio cluniacense de San Vicente, fundado en torno al siglo XI y transformado durante varios siglos por los monjes benedictinos en un complejo arquitectónico de primer orden, cuyas dimensiones le convirtieron en uno de los edificios más importantes de la ciudad. La transformación del edificio conventual en el fuerte militar principal de las tropas napoleónicas en Salamanca, supuso tras su conquista por el general Wellington, la destrucción de todo el complejo arquitectónico y del caserío urbano de este sector de la ciudad.

La edificación propuesta fundamenta su ordenación en la traza del convento de San Vicente. Dicha traza se manifiesta tanto por la presencia física de su volumetría, coincidente con la del edificio que se proyecta, como por la valoración de los vacíos que han ido apareciendo alrededor de los restos arqueológicos del claustro del convento. La inserción del perímetro del convento dentro del tejido del Barrio de San Vicente, da lugar a la aparición de un nuevo viario que se conecta adecuadamente con el existente.

Los criterios de intervención han sido los siguientes:
– Descubrimiento de restos de los muros del convento que sirven de zócalo de la nueva edificación.

– La recreación del volumen inicial del convento mediante una meditada estructura que permita una evocación del convento huyendo de la literalidad o de una narración mimética.

– El programa de exposición se desarrolla en las tres plantas, con diversas salas que dan respuesta a las distintas necesidades de exposición (altura, superficie, luz, etc.), y a lo singular de la propuesta de rehabilitación.

– La intervención se fundamenta en el contraste entre elementos de gran solidez y elementos ligeros, confiando a la utilización de materiales naturales, sensibles al paso del tiempo, la buena convivencia entre ellos.

Huimos de operaciones arqueológicas que otorgan a los elementos de cierre y circulación un carácter provisional ajeno al lugar, intentando una intervención que se ampare en la sensualidad del tratamiento de la luz y los materiales, aproximándonos a la riqueza cromática de la arquitectura civil de la ciudad, bastante ajena al tradicional ascetismo castellano.

Los muros de más de un metro de espesor son de la piedra opalina que constituye el fundamento de la ciudad. En los suelos se utiliza el granito dorado y canto rodado de diferentes colores, se utilizan técnicas y  despieces diferentes que caracterizan los distintos niveles. Se intentan soluciones que se implanten con naturalidad, canto rodado, adoquín a la portuguesa, hormigón lavado etc.

La estructura metálica es clara y se superpone a los muros, define un recinto que evoca el claustro original. De la estructura principal penden bandejas a distintas alturas lo que caracteriza el espacio y lo dota de complejidad al facilitar visiones oblicuas. Estas plataformas se van aligerando a medida que ascienden y conducen a un mirador excepcional sobre la ciudad antigua.

Los recorridos se conciben atravesando umbrales definidos por distintas fisuras entre los órdenes lineales del edificio, lo que pretende explicar la sistemática de la construcción  mediante secciones didácticas a las que se confía la expresividad formal. Estos vacíos articulan los distintos órdenes de la composición siendo los verdaderos protagonistas del espacio y explicitando el sentido analítico que justifica un edificio con uso de museo.

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